sábado, 31 de agosto de 2013

Hablando desde Xalapa, POLÍTICAMENTE

El "Día de los Abuelos" y los recuerdos de nuestra niñez
En casas de Mamá Yeya, Papá Tomás, Ramón y Matilde
Días aquellos de las inolvidables amorosas experiencias
De cómo compartía con Abuelo Tomás, "chelas" y tortas

De cómo Mamá Yeya no quería malos ejemplos pa´l niño
De cómo Abuelo Ramón, nos educaba a la pura antigüita
De cómo la Abuela Matilde cargaba de todo en su mandil
Cada uno en su tiempo, dieron y siguen dándonos amor

Jorge Alberto Velasco Uscanga
XALAPA-ENRÍQUEZ, Ver.- Pasó el día de los ABUELOS, así con mayúsculas y la verdad, qué virtud esa de llegar a ser bendecido con los nietos: esos que regresan la alegría a los ABUELOS luego de disfrutar de la infancia de los hijos y se remontan a esos buenos años a través de los nietos. Mis padres son abuelos de 15 nietos y 7 bisnietos y hoy voy a platicarles de mi materna Abuelita “Mamá Yeya” que aún vive y acaba de cumplir noventa años de edad y tiene la fortuna de convivir con 22 nietos, 30 bisnietos y 7 tataranietos que se dice fácil al hacer las cuentas sobre 58 retoños que todos, son para ella todavía niños a pesar de ya tener el mayor de los nietos que es mi hermano Carlos 51 años y cómo recuerdo aquellos días allá en el Pueblo Mágico Catemaco cuando la familia se reunía en época de vacaciones en la casa grande de los Abuelos y digo grande porque a esa edad uno todo lo ve enorme, me veo corriendo por ese corredor fachada de la casa como todas las del pueblo que se me hacía interminable o bien disfrutar del patio con sus árboles de nanche, guayaba, ciruela y el chagalapolin.
También y cómo olvidar a “Papá Tomas” mi abuelo materno que en paz descanse, sentado en ese corredor en su mecedora reposando después de regresar de una jornada de trabajo en el rancho o comprando ganador y de haber pasado a "desestrarse" al “Gato Negro” que era su cantina preferida, la de “Don Bacho” que así le decían a Don Gervasio Ortega y donde en ocasiones siendo niño lo acompañaba, acomodándome en un banquito con mi manzanita "Catemaco" bien fría que simulaba la cerveza igual de helada y me mandaba comprar en la tienda contigua también de "Don Bacho" mis bolillos con queso que era esa mi "botana", asímismo recuerdo en ocasiones a “Mamá Yeya” asomarse por esas puertas persianas "va y viene" de cantina llamándome para que me fuera con ella porque "ese no era un lugar para un niño" y yo a lo lejos con la mirada trataba de decirle que sí y que además me sentía muy bien, cómodo, lleno y sin sed.
En cuanto a "Mamá Yeya" y esa su gran preocupación por sacar a ese niño que era yo de una cantina, les platicaré que su estrategia tenía doble sentido o chanfle; que detrás del niño saliera el "Abuelo Tomás" y en primer lugar regañarlo por darle tan "mal ejemplo" al nieto y de paso llevárselo a casa, matando dos pájaros de una pedrada pero muy bien que la conocía mi "Abuelo Tomás" o mejor dicho se conocían los; pues también hacía como que no la miraba.
No puedo dejar de platicarles de mis "Abuelos Ramón y Matilde" que en Paz Descansen cuando allá en Coatzacoalcos nos recibían siempre con una gran sonrisa, frutas de la temporada y agua fría de lo mismo;  mi "Abuelita Matilde" siempre con su inseparable mandil o delantal en el que guardaba de todo empezando por hilos, agujas, dedales y hasta desarmadores, pinzas y así la veo sentada zurciendo los calcetines del “Abuelo Ramón” y platicando sus historias, esas historias de su niñez y juventud cuando la Revolución y siempre al día de todas las noticias que compartía con el vecindariao que en ella tenía a su mejor informadora (a ella sacamos mi padre y yo) dando consejos y nunca una mala palabra salvo cuando "se le subía lo Jara” decía el "Abuelo Ramón" pero recibiéndonos todas las veces con un abrazo y un beso tomándonos de la cara con una ternura inmensa, No olvido su pelo cano y muy bien peinadita, bien enjoyada y bien perfumadita.
"El Abuelo Ramón" que nos levantaba temprano para irnos con él al mercado Constitución, al puesto; pero no para trabajar sino para llevarnos a comer esos Hot Cakes tan sabrosos que nunca en mi vida volví a probar nada igual, ahora entiendo que no era el sabor de los Hot Cakes que yo extrañaba sino más bien el paternal gesto de mi "Abuelo Ramón" pues a pesar de tener un carácter fuerte y de gesto osco; con nosotros siempre tuvo buenos y cariñosos tratos sin que por esto nos llamara la atención cuando debía hacerlo porque así era la educación antes, como aquella vez y de este "detallazo" de nuestra niñez entre los "Abuelos" no se olvida mi risueña hermana Eyra del Carmen, que nos correteó para darnos de coscorrones y al no alcanzarnos, nos arrojó piedras, chiquitas pero piedras porque con él no había medias tintas y nadie se pasaba de listo porque era mala educación concluía pero cuánto nos quiso, cuánto los recordamos a él y a la "Abuela Matilde" la hija del General José María Tayde Jara Basurto, el bisabuelo "Abuelo Chema" que conocimos sólo en foto con su traje de militar.
Volviendo a “Mamá Yeya”, la Matriarca de la familia Uscanga Escobar que aún a sus noventa años les comentaba hace poco a raíz de ese festejo, todavía se le ve en las fiestas y se echa sus bailadas pues está lúcida en sus ideas y nos regala sus experiencias de vida que muchos quisiéramos llegar a contar; a esta edad sigue siendo por ella misma, dentro de su dependencia es independiente, viaja siempre eso sí  junto a su libro de oraciones y en el momento en que lo decide pide que la lleven o se va unos días a Coatzacoalcos con mis padres que es decir su mayor hija y su primer yerno; a Minatitlán con la tía Griselda y el tío Miguel que ha estado un poco delicado de salud y le deseamos pronta recuperación; pero "Mamá Yeya" se pasa la mayor parte del tiempo en Catemaco, aunque tiene un lugar en Xalapa del que nunca se va a poder desprender, la casa de la tía Coquis y el tío Enrique “Harry Bass”, pues fue ella por ser la menor la que sufrió con “Mama Yeya” sus sinsabores, sus alegrías, sus tristezas, sus fracasos y sus triunfos al lado de “Papá Tomas”, la tía Coquis como la conocemos todos acaba de estrenarse como Abuela y empezará a vivir todo eso que ha compartido con “Mamá Yeya” durante toda su vida, la alegría que dan los nietos.
Pues bien, “Mamá Yeya” merece hoy y siempre al igual que “Papá Tomas”, Mis Abuelitos Ramón y Matilde un homenaje en reconocimiento a esos años que nos han brindado pero principalmente a esos primeros años de nuestra vida en la que nos vieron y nos trataron no como nietos sino como hijos, pues tengo la fortuna de haber tenido Dos Papás y dos Mamás, mi Padre Carlos y “Papá Tomas”, mi madre Eyra Luz y “Mamá Yeya”.
Vaya hoy un homenaje a esos cabellos que hoy pintan canas; vaya hoy un Homenaje a mis Padres Carlos y Eyra Luz que son Abuelos y Bisabuelos y quienes para sus nietos siempre han tenido, tienen y van a tener más que alegría que darles, un lugar en su corazón, un lugar en su morada y un lugar en su regazo donde reciben a sus nietos y bisnietos para confortarlos y reconfortarlos cuando algún proyecto emprendan, alguna pena tengan, alguna alegría platiquen o algún  triunfo festejen o simplemente para descansar en el refugio ideal que ha sido para todos incluídos sus hijos y demás descendientes ese cálido hogar donde además hay amor, sabiduría y protección para todos.
El miércoles 28 no fue el Día de los Abuelos, hoy y siempre será ese especial día muy a pesar de que cada uno vaya marchando a su aposento final, porque los recuerdos buenos o malos siempre se van a transformar en experiencias que vivifican.
Ojala y los nietos y bisnietos coincidamos en algún momento todos para agradecerle a “Mamá Yeya” el haber sido uno de esos eslabones interminables porque se multiplican cada día y perdurarán hasta el infinito. Porque para hablar de “Mamá Yeya” que nos sobrevive, hay que hacerlo con respeto, ese respeto que se ha ganado a lo largo de esos noventa años de vida y que nadie se los puede arrebatar.
Y sólo por hoy, aquí le paramos porque hoy no hablé de trifulkas, ni de políticos acelerados, ni de nada que se les parezca; decidí hablar de mis queridos Abuelos y Bisabuelos.

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