El "Día de los Abuelos" y los
recuerdos de nuestra niñez
En casas de Mamá Yeya, Papá Tomás, Ramón y
Matilde
Días aquellos de las inolvidables amorosas
experiencias
De cómo compartía con Abuelo Tomás,
"chelas" y tortas
De cómo Mamá Yeya no quería malos ejemplos
pa´l niño
De cómo Abuelo Ramón, nos educaba a la pura
antigüita
De cómo la Abuela Matilde cargaba de todo
en su mandil
Cada uno en su tiempo, dieron y siguen
dándonos amor
Jorge Alberto Velasco Uscanga
XALAPA-ENRÍQUEZ, Ver.- Pasó el día de los
ABUELOS, así con mayúsculas y la verdad, qué virtud esa de llegar a ser
bendecido con los nietos: esos que regresan la alegría a los ABUELOS luego de
disfrutar de la infancia de los hijos y se remontan a esos buenos años a través
de los nietos. Mis padres son abuelos de 15 nietos y 7 bisnietos y hoy voy a
platicarles de mi materna Abuelita “Mamá Yeya” que aún vive y acaba de cumplir
noventa años de edad y tiene la fortuna de convivir con 22 nietos, 30 bisnietos
y 7 tataranietos que se dice fácil al hacer las cuentas sobre 58 retoños que
todos, son para ella todavía niños a pesar de ya tener el mayor de los nietos
que es mi hermano Carlos 51 años y cómo recuerdo aquellos días allá en el
Pueblo Mágico Catemaco cuando la familia se reunía en época de vacaciones en la
casa grande de los Abuelos y digo grande porque a esa edad uno todo lo ve
enorme, me veo corriendo por ese corredor fachada de la casa como todas las del
pueblo que se me hacía interminable o bien disfrutar del patio con sus árboles
de nanche, guayaba, ciruela y el chagalapolin.
También y cómo olvidar a “Papá Tomas” mi
abuelo materno que en paz descanse, sentado en ese corredor en su mecedora
reposando después de regresar de una jornada de trabajo en el rancho o
comprando ganador y de haber pasado a "desestrarse" al “Gato Negro”
que era su cantina preferida, la de “Don Bacho” que así le decían a Don
Gervasio Ortega y donde en ocasiones siendo niño lo acompañaba, acomodándome en
un banquito con mi manzanita "Catemaco" bien fría que simulaba la
cerveza igual de helada y me mandaba comprar en la tienda contigua también de
"Don Bacho" mis bolillos con queso que era esa mi "botana",
asímismo recuerdo en ocasiones a “Mamá Yeya” asomarse por esas puertas
persianas "va y viene" de cantina llamándome para que me fuera con
ella porque "ese no era un lugar para un niño" y yo a lo lejos con la
mirada trataba de decirle que sí y que además me sentía muy bien, cómodo, lleno
y sin sed.
En cuanto a "Mamá Yeya" y esa su
gran preocupación por sacar a ese niño que era yo de una cantina, les platicaré
que su estrategia tenía doble sentido o chanfle; que detrás del niño saliera el
"Abuelo Tomás" y en primer lugar regañarlo por darle tan "mal
ejemplo" al nieto y de paso llevárselo a casa, matando dos pájaros de una
pedrada pero muy bien que la conocía mi "Abuelo Tomás" o mejor dicho
se conocían los; pues también hacía como que no la miraba.
No puedo dejar de platicarles de mis
"Abuelos Ramón y Matilde" que en Paz Descansen cuando allá en
Coatzacoalcos nos recibían siempre con una gran sonrisa, frutas de la temporada
y agua fría de lo mismo; mi
"Abuelita Matilde" siempre con su inseparable mandil o delantal en el
que guardaba de todo empezando por hilos, agujas, dedales y hasta desarmadores,
pinzas y así la veo sentada zurciendo los calcetines del “Abuelo Ramón” y
platicando sus historias, esas historias de su niñez y juventud cuando la
Revolución y siempre al día de todas las noticias que compartía con el
vecindariao que en ella tenía a su mejor informadora (a ella sacamos mi padre y
yo) dando consejos y nunca una mala palabra salvo cuando "se le subía lo
Jara” decía el "Abuelo Ramón" pero recibiéndonos todas las veces con
un abrazo y un beso tomándonos de la cara con una ternura inmensa, No olvido su
pelo cano y muy bien peinadita, bien enjoyada y bien perfumadita.
"El Abuelo Ramón" que nos levantaba
temprano para irnos con él al mercado Constitución, al puesto; pero no para
trabajar sino para llevarnos a comer esos Hot Cakes tan sabrosos que nunca en
mi vida volví a probar nada igual, ahora entiendo que no era el sabor de los
Hot Cakes que yo extrañaba sino más bien el paternal gesto de mi "Abuelo
Ramón" pues a pesar de tener un carácter fuerte y de gesto osco; con
nosotros siempre tuvo buenos y cariñosos tratos sin que por esto nos llamara la
atención cuando debía hacerlo porque así era la educación antes, como aquella
vez y de este "detallazo" de nuestra niñez entre los
"Abuelos" no se olvida mi risueña hermana Eyra del Carmen, que nos
correteó para darnos de coscorrones y al no alcanzarnos, nos arrojó piedras,
chiquitas pero piedras porque con él no había medias tintas y nadie se pasaba
de listo porque era mala educación concluía pero cuánto nos quiso, cuánto los
recordamos a él y a la "Abuela Matilde" la hija del General José
María Tayde Jara Basurto, el bisabuelo "Abuelo Chema" que conocimos
sólo en foto con su traje de militar.
Volviendo a “Mamá Yeya”, la Matriarca de la
familia Uscanga Escobar que aún a sus noventa años les comentaba hace poco a
raíz de ese festejo, todavía se le ve en las fiestas y se echa sus bailadas
pues está lúcida en sus ideas y nos regala sus experiencias de vida que muchos
quisiéramos llegar a contar; a esta edad sigue siendo por ella misma, dentro de
su dependencia es independiente, viaja siempre eso sí junto a su libro de oraciones y en el momento en que lo
decide pide que la lleven o se va unos días a Coatzacoalcos con mis padres que
es decir su mayor hija y su primer yerno; a Minatitlán con la tía Griselda y el
tío Miguel que ha estado un poco delicado de salud y le deseamos pronta
recuperación; pero "Mamá Yeya" se pasa la mayor parte del tiempo en
Catemaco, aunque tiene un lugar en Xalapa del que nunca se va a poder
desprender, la casa de la tía Coquis y el tío Enrique “Harry Bass”, pues fue
ella por ser la menor la que sufrió con “Mama Yeya” sus sinsabores, sus
alegrías, sus tristezas, sus fracasos y sus triunfos al lado de “Papá Tomas”,
la tía Coquis como la conocemos todos acaba de estrenarse como Abuela y
empezará a vivir todo eso que ha compartido con “Mamá Yeya” durante toda su
vida, la alegría que dan los nietos.
Pues bien, “Mamá Yeya” merece hoy y siempre
al igual que “Papá Tomas”, Mis Abuelitos Ramón y Matilde un homenaje en reconocimiento
a esos años que nos han brindado pero principalmente a esos primeros años de
nuestra vida en la que nos vieron y nos trataron no como nietos sino como
hijos, pues tengo la fortuna de haber tenido Dos Papás y dos Mamás, mi Padre
Carlos y “Papá Tomas”, mi madre Eyra Luz y “Mamá Yeya”.
Vaya hoy un homenaje a esos cabellos que
hoy pintan canas; vaya hoy un Homenaje a mis Padres Carlos y Eyra Luz que son
Abuelos y Bisabuelos y quienes para sus nietos siempre han tenido, tienen y van
a tener más que alegría que darles, un lugar en su corazón, un lugar en su
morada y un lugar en su regazo donde reciben a sus nietos y bisnietos para
confortarlos y reconfortarlos cuando algún proyecto emprendan, alguna pena
tengan, alguna alegría platiquen o algún
triunfo festejen o simplemente para descansar en el refugio ideal que ha
sido para todos incluídos sus hijos y demás descendientes ese cálido hogar
donde además hay amor, sabiduría y protección para todos.
El miércoles 28 no fue el Día de los
Abuelos, hoy y siempre será ese especial día muy a pesar de que cada uno vaya
marchando a su aposento final, porque los recuerdos buenos o malos siempre se
van a transformar en experiencias que vivifican.
Ojala y los nietos y bisnietos coincidamos
en algún momento todos para agradecerle a “Mamá Yeya” el haber sido uno de esos
eslabones interminables porque se multiplican cada día y perdurarán hasta el
infinito. Porque para hablar de “Mamá Yeya” que nos sobrevive, hay que hacerlo
con respeto, ese respeto que se ha ganado a lo largo de esos noventa años de
vida y que nadie se los puede arrebatar.
Y sólo por hoy, aquí le paramos porque hoy
no hablé de trifulkas, ni de políticos acelerados, ni de nada que se les
parezca; decidí hablar de mis queridos Abuelos y Bisabuelos.
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